7 de mayo de 2018

El éxito o fracaso escolar empieza en casa del alumno

En la entrada anterior sobre los deberes o tareas fuera de clase pudimos ver que la CEAPA se oponía a  esos trabajos porque se creaba desigualdad entre alumnos y que otro sector de padres, la CONCAPA, era favorable. Lo que unos y otros saben con  certeza es que,   con deberes o sin ellos, siempre  habrá padres preocupados que ayudarán permanentemente a sus hijos.

Éste es precisamente el punto en el que incide el artículo  “El éxito (o el fracaso) académico de los hijos empieza por sus padres” publicado en "El Mundo" hace algunos meses. Y aunque no descubre nada que no se supiera, constata y difunde lo ya conocido:

- Que existen padres comprometidos con la educación de sus hijos y a ellos les transmiten su nivel de aspiraciones. 

- Que se está incrementando la inversión familiar en educación y formación para mantener el status  social o elevarlo en lo posible en este mundo cada vez más competitivo.


- Que las familias actuales tienen pocos hijos y en esos pocos concentran  todas sus posibles atenciones.

- Que la educación es un bien necesario y costoso en tiempo y dinero. El perfeccionamiento en idiomas dentro y fuera de España y los estudios universitarios de máster necesitan muchos años para completar su formación, años en los que no se trabaja y se mantiene un cierto nivel de vida. Esto conlleva sacrificio para los padres que pretenden dar lo mejor de sus posibles a sus hijos. El  gasto de un universitario es tres veces superior al de un alumno de Bachillerato, y aún mayor si la Universidad es privada. El 50% del alumnado quiere estudios superiores y a ellos tienden mejor unas familias que otras. Las clases medias invierten  más porque esperan mejorar más. Al año se realizan unos 100.000  cursos de idioma en el extranjero  y unos 170.000 estudios de máster universitario.

-  Que  la respuesta a la pregunta sobre si la formación sirve para entrar en un competitivo mercado laboral estriba en la comparación entre quienes lo completan y quienes se quedan sin una titulación superior.

- Que detrás del posible éxito académico están los padres con su ayuda económica, su preocupación y  su preparación personal. El nivel educativo de una familia sumado al socio-económico es determinante en la formación de los hijos.

- Que a las familias desfavorecidas  les es más difícil la formación de los suyos por falta de recursos, de tiempo, de formación, de idiomas, de refuerzo… Son las limitaciones en medios económicos y en dedicación a los hijos las que restan posibilidades.

- Que se ha constatado que existe un mayor porcentaje de progenitores trabajando con hijos en la enseñanza privada que en la pública, ya que los gastos se sufragan mejor con dos sueldos que con uno.

- Que es relevante también el factor ejemplo transmitido de padres a hijos tanto en actitudes y aptitudes como en valores y competencias. Todo ello estimula el rendimiento académico. El ambiente familiar y su bagaje cultural influye decisivamente en la educación de los hijos. Esa es la “mochila” que cada uno lleva a la escuela cuando accede a ella y que se va incrementando a medida que discurre su tiempo de formación.

- Que un factor no menos importante en la educación ha sido la incorporación de la mujer al mundo laboral, lo que ha incidido en la mayor participación del varón en la vida doméstica.

Llegados a este punto, ¿podría establecerse un cierto determinismo fatal  que favorece a unas familias y perjudica a otras? A pesar de su apariencia, no es cierto como tampoco lo es que un conductismo radical pueda llevar por sí solo  a una persona al éxito o fracaso. Las cualidades personales,  innatas e intransferibles, que cada individuo tiene, son imprescindibles en ese largo proceso. La inteligencia no es patrimonio de ninguna clase  social concreta y cuenta más que las condiciones de la familia en la que se nace.

Una buena educación básica y secundaria, enseñanzas iguales y gratuitas, determinan más el   futuro éxito académico que los dineros de una familia. Si se favorece al acceso a la Universidad de los mejor preparados, todos ellos pueden obtener resultados positivos en función de su inteligencia, esfuerzo e interés. En esos factores no intervienen ni  el dinero ni la cuna,  aunque ambos ayuden.

Y si el salto de estatus social no se logra en una primera instancia, se sientan las bases para conseguirlo en una segunda generación. El triunfo está en manos de quien lucha por conseguirlo y en el afán por conquistarlo, a pesar de que unas condiciones sean más propicias que otras.

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