En estas fechas en las que el régimen chavista bolivariano dirigido por Nicolás Maduro está dando sus últimos estertores y los venezolanos reclaman una nueva vida, conviene recordar el artículo que Fernando Londoño Hoyos publicó hace cinco años. Sus palabras y argumentos no fueron vanos ni han resultado estériles, y aún resuenan con más fuerza en este ambiente imparable de cambio.
La lectura de "Venezuela en llamas. Santos calla" resulta imprescindible ya que el análisis de la realidad venezolana hecho entonces era certero y vaticinaba la degradación producida y agravada con el paso del tiempo. Salvo los sectarios y los vividores del régimen totalitario que todavía se aferran a mantenerlo, la gran mayoría del pueblo ha padecido sus miserias y está dispuesta a conseguir otro futuro. Todo lo malo tiene un fin, y éste ya está muy cerca.
Nota: Los enlaces dirigen a la versión íntegra. En esta exposición queda suprimido el último párrafo referente a Santos para centrar la atención en la situación de Venezuela.
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Venezuela en llamas. Santos calla
"Lo que pasa en Venezuela tenía que llegar y llegó, así sea que todavía falte lo peor. Por desgracia.
El castrochavismo será recordado como autor de un milagro económico a la inversa, de los que se registran tan pocos en el devenir de los pueblos. Convertir en país miserable el más rico de América no es hazaña de todos los días. Habiendo tanta pobreza en tantas partes, en pocas tiene que pelear la gente, a dentelladas, por una bolsa de leche, por una libra de harina o por un pedazo de carne.
Convertir en despojos una de las más organizadas, pujantes y serias empresas petroleras del mundo no es cualquier tontería. Llevar a la insolvencia una nación ante las líneas aéreas, los proveedores comerciales y los que suministran material quirúrgico y hospitalario no es cosa que se vea cualquier día. Y arruinar al tiempo el campo y la industria, el comercio y los servicios, la generación eléctrica, la ingeniería, la banca y las comunicaciones es tarea muy dura, cuando se recuerda que la sufre el país que tiene las mayores reservas petroleras del mundo.
En esa frenética carrera hacia el desastre, el gobierno castrochavista tuvo que proceder a la eliminación paulatina de todas las libertades, al sacrificio del pensamiento y la conciencia, a la ruina de las instituciones, del periodismo, de los partidos, de la universidad, de los gremios, de los sindicatos. Pues todo se ha cumplido tras el designio implacable de los ancianos inspiradores del sistema, Fidel y Raúl Castro, que una vez más han demostrado su audacia, su carencia total de consideración y respeto por los valores más caros de la especie humana, pero también su falta absoluta de talento. Llevar a Venezuela a la ruina total es matar su propia fuente de subsistencia. Y es lo que han hecho, moviendo los resortes del fanatismo más imbécil, de los odios más cerriles, de los desquites más torpes.
Nicolás Maduro tiene la inteligencia y el tacto político que exhibe en cualquiera de sus discursos. Pero al fin de cuentas es un pobre rehén de los intereses inconfesables de la clase corrupta que ha llevado a Venezuela a su perdición. Si ese títere fuera libre, hasta de sus menguadas condiciones de estadista pudiera esperarse algún acto de rectificación, algún gesto de apaciguamiento, alguna voluntad de comprender el desastre y de corregirlo. Pero Maduro es el primer esclavo de las pasiones atroces que dominan en Venezuela. Los saqueadores de esa gran nación no están dispuestos a que nadie ensaye el menor examen de su conducta. En los antros del delito se pierde todo, empezando por el pudor.
El régimen de Venezuela se va a caer, porque se tiene que caer. No podría subsistir sino amordazando totalmente al pueblo, imponiendo cartillas de racionamiento, levantando un paredón, como el del Che Guevara en La Cabaña. Y no están dadas las condiciones para que el mundo soporte estas afrentas. Con una Cuba le basta a América.
El pueblo está en las calles, dispuesto a hacerse matar. Y lo están matando. La juventud estudiantil, que sabe cerrados los caminos del porvenir, le apuesta a cualquier cosa, menos al continuismo cobarde. Los empresarios lo perdieron todo hace rato. No tienen cuentas para hacer. Y los paniaguados del sistema ven con horror que el sistema ya no tiene mercados para comprar sus conciencias.
Y ante esta catástrofe, el presidente Santos no ofrece más que su silencio perplejo... "
Fernando Londoño Hoyos
Este artículo fue publicado el 18 de febrero 2014 en "El Tiempo de Bogotá", Colombia
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Nota : Un año después de esa publicación, Roberto Lovera De-Sola hizo referencia sobre él en su trabajo "El castrochavismo será recordado por convertir al país más rico de América en un país miserable" citando loablemente algunas de sus afirmaciones más reseñables, y cuya lectura se recomienda para completar la información sobre la situación política y social en la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
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Nota : Un año después de esa publicación, Roberto Lovera De-Sola hizo referencia sobre él en su trabajo "El castrochavismo será recordado por convertir al país más rico de América en un país miserable" citando loablemente algunas de sus afirmaciones más reseñables, y cuya lectura se recomienda para completar la información sobre la situación política y social en la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro.