29 de agosto de 2013

El último submarino español: mucho lastre y poco fuelle

Isaac Peral y Caballero fue el inventor del torpedero submarino, más conocido como el “Submarino de Peral”. Tras diversas felicitaciones y contrariedades, el submarino fue botado el 8 de septiembre de 1888, por lo que ahora se conmemora su 125 aniversario.
“El buque medía 22 m de eslora, 2,76 m de puntal, 2,87 m de manga y desplazaba 77 tn en superficie y 85 tn en inmersión. La propulsión se obtenía de dos motores eléctricos de 30 caballos cada uno; la energía la suministraba una batería de 613 elementos. Incorporaba además un tubo lanzatorpedos, tres torpedos, periscopio, un sofisticado "aparato de profundidades", que permitía al submarino navegar en inmersión a la cota de profundidad deseada por su comandante y mantener el trimado del buque en todo momento, incluso tras el lanzamiento de los torpedos. Y todos los mecanismos necesarios para navegar en inmersión hacia el rumbo prefijado”. Esto es lo que podemos leer en la Wikipedia al respecto. Durante los dos años siguientes se realizaron satisfactoriamente las pruebas oficiales, aunque se le negó la oportunidad de efectuar la definitiva. No obstante, la Comisión Técnica nombrada avaló el éxito del primer submarino de la Historia.

De nuevo las envidias, las insidias y pérfidos intereses desprestigiaron el invento y al inventor, quien intentando aclarar lo sucedido, la muerte se lo llevó tempranamente. Sólo tenía 44 años.

Si aquel submarino pasó con éxito todas las pruebas, al Isaac Peral S-81 que el astillero público español Navantia está construyendo le sobran entre 75 y 100 toneladas. Esa sobrecarga contribuye a que no emerja una vez sumergido, lo que constituye un serio peligro: el lastre le ayudara a hundirse pero no a elevarse.

Una de las soluciones que se están aportando consiste en prolongar el casco, en agrandar el submarino y no en adelgazarlo o reducirlo. El exceso de peso, error de cálculo de los ingenieros, conlleva un sobreprecio  difícil de evaluar en su totalidad, dinero y tiempo.

Además del problema anterior, el equipo de propulsión AIP se quemó y es preciso su recambio. ¿Cómo mover semejante mole de 2.430 toneladas en inmersión sin motores capaces de hacerlo? Por supuesto que habrá una solución que vendrá posiblemente del mercado alemán, que también aquí van por delante.

La detección del problema técnico se produjo cuando se llevaba construido más del 70% del sumergible, lo que representa una alegría menor. Ante esta situación de bochorno y chapuza, los responsables del Ministerio de Defensa han acudido a empresas extranjeras que proporcionen una solución global. Por supuesto que la hay, con un sobreprecio  que tape el sobrepeso. Como ocurre con otra escena, todo se paga con sobres…

Hubo un tiempo en el que la España de los Reyes Católicos fue considerada ejemplo de Estado moderno, quizá el primero, por la serie de reformas emprendidas, y sobre todo, por la reunificación de los reinos. Incluso  Fernando fue el prototipo de príncipe para Maquiavelo. La ausencia de lastre de aquel Reino de España le hizo protagonista principal en la historia universal, como también lo fue posteriormente el submarino de Isaac Peral, sin sobrepeso… 

Pero los tiempos han cambiado, e igual que hoy están construyendo en España un submarino con exceso de peso y coste, ¿No estaremos construyendo un Estado menos moderno lastrado por un inmenso sobrepeso (actual sistema autonómico, multiplicidad de administraciones para una misma función, jerarcas de distintos ámbitos…) que están favoreciendo el sobreprecio y su hundimiento con escasas esperanzas de que algún día emerja?

Si la solución que se apunta para el Estado fuese la misma que la señalada para el submarino Isaac Peral S-81, agrandarlo, ¿Será posible mantenerlo a flote esta nación? Y si aún añadimos, como al submarino la falta del sistema de propulsión, economía saneada, trabajo y acción política honrada y eficaz, mucho me temo que como “las llaves del cantar, matarilerilerile” permanezca demasiado tiempo en el fondo del mar, y tengamos que esperar a que los alemanes pongan en práctica su estudiada reducción de länder (autonomías) para reducir gastos y sobreprecio.

21 de agosto de 2013

Del “¡No saldrás en la foto!” al “¡No me silencies!”

“O tempora, o mores!” ¡Quién se lo iba a decir al “oyente” que la tortilla cambiaría de plato y su guiso de comensales!¡Qué tiempos aquellos cuando Alfonso Guerra  controlaba al PSOE, estaba en la cresta de la ola y amenazaba a posibles díscolos con la popular frase (o al menos a él atribuida“Quien se mueva, no sale en la foto”

“O tempora, o mores!” La cita del movimiento y la foto encerraba más que un mensaje  de estrategia política una advertencia clara: la disciplina interna del partido  prevalecería sobre arriesgadas tentaciones de pensar e ir por libre. Contra el supuesto osado pendía desde entonces, cual espada de Damocles, el sistema electoral de listas cerradas dominadas por el controlador de la “nomenklatura” del partido y artífice de las mismas.

“O tempora, o mores!”¡Qué tiempos aquellos, hoy día actualizados por las mismas tribunas de los mismos partidos con idénticos intereses! Entonces como hoy se prometía y se cumple que con obediencia ciega y adhesión inquebrantable al jefe, el progresar y el medrar está asegurado aunque se carezca de ideas e ideales, y la vacuidad sustituya a la inteligencia. Guerra y sus guerristas experimentaron en su propio partido que aunque ellos no se movían, sí lo hacían los votantes y el fotógrafo, perpetuando al primero y anulando a los demás.

“O tempora, o mores!” ¡Quién se lo iba a decir a Guerra, treinta años después, que quienes exigían pensamiento único hoy imploran que no se silencie “el pensamiento crítico” . ¡Y quién me iba a mí a decir que llegaría a coincidir con el veterano diputado en la petición de preservación del razonamiento y análisis critico! Pero afortunadamente, con medios y fines diferentes.  

“O tempora, o mores!” He creído desde antiguo que la disparidad de criterios y de ideas enriquecía el acervo común, con los debidos respetos y equilibrios entre las mayorías y las minorías. Y he creído también que no se puede silenciar el pensamiento crítico ni anular a quien lo ejerce ni ocultar la verdad durante mucho tiempo.

“O tempora, o mores!” Cuando Marco Tulio Cicerón  criticó severamente con estas palabras en su primera Catilinaria, Oratio in Catilinam Prima in Senatu Habita, la corrupción  de las costumbres de entonces,  no se llegó a imaginar que sin dinero no podría arremeter contra Catilina y sus argumentos carecerían de la fuerza necesaria para juzgar la podredumbre y la perfidia de sus enemigos. Muchos pensadores ha tenido la humanidad que han vivido y muerto pobres, pero han enriquecido al mundo intelectual del que nosotros nos servimos y continuamos.

  (Derecha, Ciceron desenmascara a Catilina, obra de Cesare Maccari (1840-1919)
«ninguno de los senadores quiso tomar asiento con él, sino que se mudaron de aquel escaño»)

“O tempora, o mores!” ¡Quién nos iba a decir que Guerra, treinta años más tarde, exigiría subvenciones del Estado para mantener su revista “Temas” , fuente inagotable de pensamiento crítico – del adversario que no de los suyos-  arguyendo que en ella han colaborado grandes pensadores españoles y extranjeros! ¿Acaso firmas tan eminentes de personajes tan influyentes y críticos son incapaces de mantener una revista de nivel contrastado que necesita dinero ajeno? Está demostrado  que cuanta más subvención se recibe, mayor puede ser la dependencia y menor la libertad de pensamiento. Si escribieran todos ellos gratis, y gratis lo publicaran, seguro que “sus descamisados” se lo agradecerían. 

Sin embargo, tiene razón Alfonso Guerra cuando afirma ¿Será verdad? Que otras publicaciones próximas al Gobierno del PP mantienen las subvenciones  que a su revista “Temas” le niegan, y sólo por mantener “pensamientos críticos” contra el Gobierno, por supuesto. Si realmente buscaran libertad de pensamiento  y de acción, exigirían la anulación de todas las subvenciones, principio y causa de corruptelas. Y consecuentemente publicarían gratis o venderían sus escritos, divulgando sus ideas, que la necesidad agudiza el ingenio. 

“O tempora, o mores!” ¡Quién nos iba a decir que hay demasiadas circunstancias coincidentes de entonces y de ahora, de allí y de aquí,  y que somos muchos  quienes nos oponemos a que silencien el pensamiento crítico y a los silenciadores! También constatamos que Guerra  está presente, con mando en plaza, y que más de uno repite para sí  el inicio de la primera Catilinaria (Oratio in Catilinam…). Quosque tandem abutere, Catilina, patientia nostra? quam diu etiam furor iste tuus nos eludet? quem ad finem sese effrenata iactabit audacia?(¿Hasta cuándo, Catilina, vas a abusar de nuestra paciencia? ¿Hasta cuándo va a seguir riéndose de nosotros esa locura tuya? ¿Cuándo acabará tu  desenfrenada audacia?)

¿Hasta cuándo?

12 de agosto de 2013

Responsabilidad compartida, al menos.

Cuenta Luis Carandell en su libro “Las anécdotas de la política. De Keops a Clinton” un pasaje muy curioso ocurrido, según nos dice, en una de las épocas más complicadas del entonces reino de Castilla, tanto como la que hoy nos toca vivir:

“Un hombre se presentó en el palacio de don Pedro I, rey de Castilla, con la siguiente reclamación:

- Su majestad me debe treinta mil maravedíes que injustamente me llevó el alcalde de Medina de Campo.

Los contadores reales  ordenaron  decirle  que “si el alcalde lo hurtó, el alcalde lo pague”. Pero el hombre insistió con el siguiente argumento:

       - “Si el alcalde lo hurtó, páguelo el rey que le hizo alcalde”.

El relato nos ofrece dos visiones diferentes sobre la responsabilidad que cada uno contrae con sus actuaciones. Por una parte, quien comete la tropelía (el hurto que menciona la anécdota) deberá repararla. Sobre eso, tenemos expresiones muy conocidas y  habituales: “Quien la hace, la paga”,  “Quien riendo la hace, llorando la paga”, “Que cada palo aguante su vela”, “Cada uno cargue con su maleta”, y otros más…Si el alcalde se apoderó injustamente de un capital ajeno, parece lógico  que restituya lo apropiado.

Sin embargo, el ofendido o estafado pide justicia o responsabilidades al mismo rey Pedro I (el Cruel o el Justiciero, según versiones) al considerarlo la causa y el origen de su problema. Si no le hubiera nombrado  alcalde y conferido autoridad, no habría ocurrido lo que pasó. Culpabiliza el rey por el  nefasto nombramiento realizado, y le pide que asuma su cuota  de responsabilidad.

Lo que no nos cuenta del incidente es si alguien se hizo cargo de la situación  y pagó por ello. Mucho me temo, como también suele ocurrir hoy día, que nadie lo hizo y lo hace  y el perjudicado, arruinado se quedó y se queda…

Hace algunos días oí en una entrevista al Ex - Presidente de Cantabria, el locuaz Miguel Ángel Revilla, decir que el ex - tesorero del PP, Luis Bárcenas, fue durante dos legislaturas Senador por esa provincia, e  incluso el más votado de todas la elecciones, que nunca apareció  por la región, que ni pedía el voto ni daba explicaciones de su actividad política, y que por sus relaciones con el Partido Popular había conseguido una ingente fortuna, que con malas artes había defraudado (presuntamente, por supuesto) y que por todo ello había ingresado en la prisión de Soto del Real (Hotel “Las Rejas” para los castizos).

Lo más sorprendente del improvisado mitin  es que parecía culpar a los electores cántabros  por su voto a tan singular  corrupto (presunto, por supuesto), sin explicar que es el sistema electoral quien  conlleva la trampa, y aunque nos dicen  que son listas abiertas (al Senado, se entiende) y se puede optar por unos candidatos y rechazar otros, lo  cierto es que los figurantes de cada partido son  seleccionados, elegidos  y colocados por las  “nomenklaturas” de cada formación política.

En la consecución de tan fabulosa fortuna, ¿No serán tan responsables y culpables quienes lo nombraron, mantuvieron durante décadas y  consintieron cuanto hacía mientras se aprovechaban y repartían del botín que el mismo protagonista manejaba? ¿O es que no se enteraron? Si ese fuese el tema, mejor lejos que cerca…

Estos precedentes deberían servir de ejemplo y guía de aquello que los partidos políticos tienen que empezar a corregir: selección y nombramiento de cargos, permanencia limitada en el tiempo, asunción, si hubiere una mala elección de candidatos,  y promesa de abandonar el cargo con su elegido.

Resulta difícil de entender  esos casos en los que un candidato a una alcaldía, por ejemplo, que nombra libremente y bajo su entera responsabilidad a los que le acompañarán durante un mandato, sea capaz de expulsar de su grupo a la mitad, a la tercera de los componentes, rompa el grupo y no se vaya con ellos.

Y los estafados electores, ¿a quién han de pedir cuentas, al que nombra o al nombrado?

5 de agosto de 2013

¿Hay realmente “injusticias electorales”?

He leído un artículo de Ramón Pi, corto pero sustancioso por un par de ideas novedosas que aporta. Lleva por título “Injusticias electorales”, y con sólo dos palabras pretende demostrar que el complejo sistema electoral español es beneficioso para unos y perjudicial para otros. Cree, y muchos de nosotros también, que ni los dos grandes partidos (el bipartidismo decadente) ni los nacionalismos (restos atávicos de feudalismo trasnochado) harán nada por cambiarlo, a pesar de nuevas presiones populares emergentes. Aunque, en verdad, él plantea otro escenario.

Creo yo, en cambio,  (posiblemente otros también lo hagan) que nos han colocado una especie de señuelo con intención de distracción y debate: listas abiertas o desbloqueadas que no resuelven en absoluto el problema de un déficit de democracia participativa, porque serán las “nomenclaturas” de los partidos  quienes tengan el poder de colocar a los candidatos, y hasta en el orden deseado. ¿Qué lo mismo nos dará a los votantes elegir entre cuatro o catorce  mediocres (siempre hay alguien válido) si no puede hacerlo por alguien mejor?

Más importante y decisivo que la elección mediante listas abiertas es el modelo de circunscripción. Cuando son abundantes y pequeñas, es mucho más fácil conocer a los candidatos y exigir responsabilidades al elegido. En caso de descontento, en la próxima campaña tendrá  la respuesta.

Estoy seguro de que a los partidos políticos no les importará demasiado introducir listas abiertas o desbloqueadas mientras puedan controlar a sus integrantes, pero no serán proclives a la multiplicación de distritos, porque se abriría la competencia de candidatos libres y no adscritos,  y ajenos a la obediencia del jefe. Dicen los políticos profesionales que siempre piensan en los ciudadanos pero jamás se preocupan por saber lo que los ciudadanos piensan, con lo fácil que resultaría preguntarles si prefieren elegir a personas concretas y conocidas o a lejanos desconocidos en  una lista cerrada  (o desbloqueada)  y puestos a conveniencia de la cúpula.

Para Ramón Pi la “injusticia electoral” no se basa en lo anterior, que ni siquiera se lo plantea y se aproxima más al concepto de “legitimidad electoral”, sino en los premios de la Ley D´Hont:

“Otra cosa son las injusticias que se producen entre los partidos nacionalistas (que resultan premiados por la ley D’Hondt al estar entre los dos primeros en las pocas circunscripciones en que se presentan), y los partidos menores de ámbito nacional, que obtienen muchos más votos en total pero son fuertemente castigados en la atribución de escaños. Eso ocurre con IU, que con más de medio millón largo de votos que CiU obtuvo en 2011 cinco escaños menos –11 frente a 16–, o con UPyD, que con más del triple de votos que el PNV, obtuvo los mismos 5.”

Reconocido el problema, ofrece una ingeniosa solución que elimina “injusticia” y su consecuente chantaje:

“Ni los grandes partidos (PP y PSOE), ni sobre todo los nacionalistas, querrán modificar la situación actual. Y tienen muy buenas razones para este inmovilismo. Porque para acabar con estas injusticias bastaría un artículo muy breve, que exigiera haber superado el 3% al menos en las circunscripciones de dos terceras partes del país para optar a tener representación en el Congreso. Así los nacionalistas tendrían que ir al Senado, que para eso es la cámara territorial. Y se acabaron, además, los chantajes parlamentarios”

Como podemos ver, Ramón  Pi requiere  cambios en el número de circunscripciones (provincias establece la C.E.) a presentarse para poder optar al Congreso de los Diputados. Puestos a pedir y cambiar, ¿Qué tal el distrito único, concepto más claro que “dos terceras partes de provincias”?

Al final  nos parece más un “apaño electoral”  que mantiene el actual tinglado que una “injusticia electoral”: bipartidismo y ración de tarta para los nacionalistas, aunque conlleve muchas veces ración añadida de chantaje y privilegios. ¿Y por qué no plantear de una vez por todas  y  de forma clara a los electores  qué sistema desean? Ya sé que es pura utopía, pero no está nada mal soñar y pisar algún callo…