24 de agosto de 2015

El "comando cultural" y la unión de las fuerzas del cambio

Con el simple lema (“MOVER FICHA POR LA UNIDAD POPULAR”ver entrada anterior-) y el objetivo propuesto (convergencia electoral de PODEMOS e IU) habrían tenido suficiente para cumplir con la tradición de presentar el manifiesto de turno, pero han preferido un texto mejorable en la forma, pobre en contenido y repetitivo en sus filias y fobias.

El pretencioso inicio, “Los que nos dedicamos a la cultura somos muy conscientes del valor de lo simbólico y la importancia que tiene romper muros de pensamiento para crear nuevos espacios y nuevas fronteras”, sugiere a los que no se dedican a ella el viejo refrán “Dime de lo presumes…”. Y a otros les recuerda la irónica sentencia de  Wilhelm Busch “Pensamientos tontos los tenemos todos, pero el sabio se los calla”. Ni es cierta su pretendida identificación entre espectáculo y cultura, ni son sólo ellos sus creadores y promotores. Son bastantes más las profesiones verdaderamente cultas  que las representadas en el manifiesto, como apunta Manuel Hidalgo en su artículo “Firmantes”. 

No se necesita ser ni culto ni cultureta para comprender el valor de los símbolos. Es fácil distinguir entre el gozo experimentado por los que silban el himno de una nación y el hartazgo de los que los sufren en  silencio para no crispar… Y no es difícil descubrir la aparente contradicción entre “romper muros de pensamiento”  y “crear nuevas fronteras” al mismo tiempo. ¿Qué muros rompieron los que levantaron  el “Muro de Berlín”, frontera real, que impedía la huida de quien buscaba la libertad al otro lado?
El manifiesto apoya la creación de “nuevos espacios que disputen la opción de gobierno al bipartidismo" sin mencionar los “viejos componentes” de “vieja ideología” y sin concretar las “nuevas propuestas”. ¿Usarán los eufemismos para ocultar su relación con experiencias pasadas y fracasos actuales? 

La expresión “desalojar de La Moncloa a Mariano Rajoy” suena más a “toma del Palacio de Invierno” que a democrática competencia electoral, a la vez que menosprecia la opinión y voluntad de los once millones de votantes que le “alojaron”. Su anhelo habrá quedado en mera propotencia revanchista si “las llamadas fuerzas del cambio” con su “unidad popular”  no superan al adversario que consideran enemigo.

De la afirmación “Volveremos a creer que juntas y juntos aportando lo mejor de cada uno podemos llegar a cambiar este país y devolvérselo a la gente” falta saber quiénes son los que vuelven a creer, si “todas y todos” o sólo “las juntas y juntos de la unidad popular”, quiénes los que pueden cambiar este país y de qué cambios se trata, quiénes y cuántos son los quieren y de qué país hablan. ¿Contarán con los que no quieran los cambios que ellos quieren si un día pudieran cambiar lo que quieren? Para “devolver el país a la gente” tendrán primero que conseguirlo de quienes creen que lo tienen y determinar a qué gente le será devuelto, si a toda o a una parte.

A lo largo del escrito se refieren varias veces a las “políticas de austeridad y a las fuerzas que a ellas se oponen”. Dado que entre los sinónimos de “austeridad” nos encontramos con “sobriedad, moderación, rigor, economía, ahorro”, y entre sus antónimos con “despilfarro, ligereza, blandura, abundancia y desenfreno”, parece claro lo que prefieren, pensando que la factura la pagarán, como suelen decir, “los ricos y las grandes fortunas”. Y si no fuese suficiente, se la cargarán a “los mercados”, responsables  de las nefastas políticas neoliberales que impiden vivir con dignidad a “las trabajadoras y trabajadores de este país”, reestructurando la deuda con justas quitas… Es de agradecer que esta vez no hayan sacado a colación el vocablo “austericidio”...

Hablar de “austeridad” y constatar que las Comunidades Autónomas han seguido incrementando sus deudas y que la Administración General ha mantenido su nivel de gastos resulta,  cuanto menos, contradictorio.

Piensan que usando y abusando del término “desigualdad” se convierten en protectores de los débiles, sin importarles saber en cuánto se incrementó durante la época de Zapatero, y si hoy es mayor o menor,  y a qué se debe. Con la verborrea de las consignas tienen suficiente. 

Hacer política con el dolor y sufrimiento de las personas, y aprovecharse de su situación con fines electoralistas es deleznable. Triste es la existencia de un solo desahucio, pero resulta demagógica la publicación de un aumento desmesurado e irreal de su número para presentarse como defensores de una causa justa, y no denunciar su falsedad.

De la “precaridad”, mejor no hablar…no sea que les siente mal.

Apuestan por la “unidad popular”, sin decir en qué consiste, ni quiénes la componen ni quiénes se quedan fuera de ese mundo paradisíaco, en el que “todas y todos” tendrán los mismos derechos, superando los conseguidos por los pobladores de  “ La Rebelión en la Granja” de Orwell

Hablan de país sin citar el nombre de España. Hablan de pueblo y de gente, pero nunca de españoles. Parecen estar de acuerdo con las lalabras del inigualable ZP: “El concepto de nación es discutido y discutible”. Si lo tienen, se lo guardan, como hacen con la bandera de España en sus manifas. Nunca la llevan y siempre aparecen otras. ¡Qué bien comprenden el valor de los símblos los que se dedican al mundo de la cultura!.

Puestos a mostrar simbología del pasado, podrían recordar el Manifiesto Republicano de 19 de septiembre de 1868 que comenzaba con un “Españoles”, y terminaba con un “Viva España con honra”, igual que el de diciembre de 1930.

Razón tenía  Don Jacinto Benavente cuando exponía que “Más se unen los hombres para compartir un mismo odio que para compartir un mismo amor”. 

Jorge Bustos, en El Mundo,  rechaza la postura de los “abajofirmantes” con una sonora cita del máximo dirigente de PODEMOS: “A los intelectuales y artistas que le exigen la fusión con IU, un Pablo Iglesias consciente de la mancha en las esencias que acarrea todo combate político les contestó: "Vosotros sois muy cultos y os encanta recoceros en esa especie de cultura de la derrota, la lucidez del pesimismo. Cuécete en tu salsa llena de estrellas rojas, pero no te acerques". Ha sido la primera vez que he sentido simpatía por Iglesias”. ¡Si es que al “comando cultural” le surgen  contestatarios hasta de sus mismas trincheras!

Lo sorprendente de este manifiesto  del mundo de la cultura es que lo han redactado sin mencionar ni una sola vez  las palabras “izquierda” y “derecha” para que nadie les pueda criticar de padecer obsesiones de una y otra orilla.

2 comentarios:

  1. Tienes muchísima razón: a la izquierda española ni habla de España ni lleva su bandera y pronto lo veremos en esas elecciones que los independendentistas catalanes quieren que sean el principio de la secesión. Veremos cuantas banderas españolas llevan los de la izquierda y si hablan de España y de la unidad

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