24 de julio de 2011

¡Estamos igual que antes!

Ocurrió  hace  muchos años, en la antigua Judea. Un labriego pobre se acercó a un sabio rabino  pidiéndole consejo y solicitando su ayuda. Indignado por su lamentable situación, le contaba entre sollozos que no podían vivir en su pequeña y humilde  casa  los abuelos y el matrimonio con sus doce hijos. Ansiaba una solución que paliase sus penurias.

El rabino reconoció que eran muchos para tan poco espacio, y le aconsejó que introdujera en casa el asno que le ayudaba en las tareas del campo, y volviera a los tres días a hablarle la nueva situación. Cumplido el plazo, el campesino fue a contarle al rabino que era mucho más difícil la vida en esas circunstancias, y éste le recomendó que añadiera un carnero, y cinco días después tres ovejas y dos cabras. El pobre labrador cumplió lo mandado por el sabio rabino, y cuando fue a contarle su última experiencia, el consejo que recibió fue que sacara al asno, y le contara sus impresiones. El labrador notó mejoría en sus condiciones de vida y a sí lo explicó. Lo mismo ocurrió cuando desalojó al carnero, y el gozo se completó cuando salieron las ovejas y cabras.

La alegría y la felicidad renacieron en la vida del labriego, y notándolo el rabino le dijo que estaba en la misma situación que cuando fue a manifestarle sus quejas, y que la tranquilidad y la felicidad estaban en su mente y no en las circunstancias.

Los tiempos se repiten. Asociaciones de automovilistas solicitaban y exigían el aumento del límite de velocidad en autovías y autopistas a 130, 140 e incluso a 150 Km/h, ya que los vehículos estaban preparados y las nuevas vías de alta capacidad lo permitían. 

Sin embargo, los designios imprevisibles del Gobierno de España iban por otros derroteros cuando el 25 de febrero pasado tomó la decisión de limitar la velocidad a 110Km/h en autovías y autopistas. Alegó a favor del cambio que el petróleo estaba a 111 dólares el barril, había estallado la crisis de Libia y existía cierta inestabilidad en el norte de África y en Oriente Medio. Había previsiones de que el crudo subiera hasta los 140 dólares, aunque de 127 no pasó. La medida entró en vigor el 1 de marzo de 2011.

A los tres meses, el Consejo de Ministros decidió volver a los 120 km/h a partir del 1 de julio, porque el petróleo había  bajado y se encontraba a 107 dólares el barril, y con tendencia a bajar aún más. Rubalcaba cifra el ahorro en 450 millones de euros, y que el gasto ha sido de  230.000 € en pegatinas. Además se ha reducido el número de víctimas y la contaminación atmosférica con origen en los vehículos. El Ministro Blanco dijo que se “había decidido no prorrogar ya que las circunstancias no concurrían”


Cree Rubalcaba (ahora Alfredo P.) que la gente correrá menos a partir de ahora, costarán menos los viajes, se contaminará menos y disminuirán los  accidentes. La verdad es que no aclaró si íbamos camino del  País de las Maravillas, porque eso lo hará  cuando exponga la forma de acabar con el paro que él solito sabe y conoce.

Asociaciones de Automovilistas han declarado que el resultado de la medida ha sido poco efectivo, ya que el ahorro se ha debido más a la reducción de circulación a causa de la crisis que a la bajada de velocidad.

Sin embargo,  Asociaciones de Víctimas de Accidentes de Tráfico  han lamentado que no se prorrogara la reducción  a 110 KM/h en esas vías de alta capacidad, y creen que se  ha perdido una gran oportunidad para rebajar el número de accidentes, a pesar de tener en cuenta que “la medida no se había tomado siguiendo criterios de seguridad vial” (Alfredo P. dixit) sino de ahorro económico.

El Ministerio de Industria había contemplado en su “Memoria” una duración de un año y que Hacienda dejaría de ingresar  122 millones de €, por lo que durante este tiempo  habrán sido unos 40 millones los no percibidos, aunque en parte compensados por el aumento de multas.
 La decisión  fue calificada como la improvisación del Gobierno de Zapatero “más caótica, ridícula y esperpéntica”; como una “simple medida recaudatoria”, fruto de las “110 improvisaciones a la hora que tiene este Gobierno”. Y “si pretendía ser una medida de ahorro, no se ha ahorrado lo que se pretendía”

¿Puede haber resultado al final una ocurrencia estéril y contraproducente para el Gobierno el cambio a los cuatro meses de lo acordado? Primero le critican los que se oponen a la medida y después lo hacen aquellos que la apoyaban. Podremos pensar que se ha buscado amigos por todas partes y en todos los jardines.

Pero lo más difícil de explicar es que si se aumenta a 120 km/h porque ha bajado el petróleo  (de 111 a 107 d/b), ¿Se volvería los 110 o incluso menos si el precio del  crudo aumentara? Será conveniente que lo tengan en cuenta por si es necesario crear una empresa de pegatinas y recambios  y una numerosa brigada de "actualizadores de señalizaciones",  lo cual no vendría  mal en epocas de paro.

Lo más grave y lamentable de esta situación es que ha sido una jugada más del zapaterismo: experimentación, relativismo, causalidad circunstanciada, que se traduce en bajada y subida de impuestos, dádivas y supresiones de lo dado, imposición y supresión de tasas (se avecina lo del canon digital),  y así una serie de bandazos y volantazos del Gobierno.

Con la vuelta a los 120 KM/h, casi todos los españolitos de a pie se ha puesto muy  contentos con la nueva corrección: el Gobierno por rectificar  y los automovilistas “por no dormirse al volante y sufrir el estrés del velocímetro”.
  El sabio rabino acertó de nuevo una vez más: "saca de tu casa el asno, el carnero,  las ovejas y las cabras que metiste hace tres meses y verás que eres más feliz que antes,  quedándote tal como estabas..."

A los españoles les han sacado el 110 de casa para avolver al 120, que era lo que tenían,  y  han mostrado su conformidad y felicidad. ¿Alguien osará pedir ahora que se suba a los 130 km/h o más?

1 comentario:

  1. Los socialistas no aciertan ni cuando se vuelven atras de lo que hacen. Yo pregunto si sirvio para algo esa medida tan tonta. Si era buena debian haberla dejado y si era mala porque nos la pusieron.

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