18 de julio de 2016

De la "España invertebrada" a la "España ingobernable" (I de II)

 De la España invertebrada a...

Han pasado casi cien años desde que Ortega y Gasset escribiera su “España invertebrada” (1921), complementada posteriormente con “La rebelión de las masas” (1930). He seleccionado algunos párrafos de ambas obras  que,  mostrando la situación española de principios del siglo pasado,  tienen el mérito de haberse anticipado a la nuestros días, ayudándonos a comprenderla mejor.

Ortega y Gasset  pensaba, ya entonces, que España padecía  la grave enfermedad de “la inmoralidad pública”,  consistente en “la falta de justicia en Ios tribunales, la simonía en los empleos, el latrocinio en los negocios que dependen del Poder público”. Además se veía “agravada  por la prensa y el Parlamento  por dirigir la atención de los ciudadanos hacia esos delitos como a la causa de la progresiva descomposición”.  (España invertebrada, pag. 57).
Con sus palabras está metiendo el dedo en la herida producida por los corruptos en los distintos niveles de las Administraciones Públicas de entonces y de hoy. “Nihil novum sub sole”. Apunta, también algo que hoy se sigue repitiendo: la prensa (y cadenas televisivas) y el Parlamento (los políticos) están haciendo que los ciudadanos se fijen en los corruptos mientras se solapan otros temas de mejora urgente para la comunidad. Bankia nos ofrece un claro ejemplo de ello: mientras se habla al “pueblo” de las “Tarjetas Black” que suponen unos nada despreciables 15 millones de € y de sus codiciosos beneficiarios, se le oculta el paradero de los  supuestos 23.000 millones del agujero que costó su rescate.

Se aprovecha la ocasión para culpabilizar a los partidos en los que militaban los aprovechados de turno,  unas veces con razón y otras sin ella, para crear un ambiente enrarecido de porquería común a todos con el “y tú más”, buscando el resurgir de nuevos populismos manejados por expertos demagogos de izquierda y derecha, ávidos de revancha, con el retrovisor puesto en el bolchevismo y fascismo del siglo XX.
Creía  Ortega que:
“Peor que tener una enfermedad es ser una enfermedad. Que una sociedad sea inmoral, tenga o contenga inmoralidad, es grave; pero que una sociedad no sea una sociedad, es mucho más grave. Pues bien: éste es nuestro caso. La sociedad española se está disociando desde hace largo tiempo porque tiene infeccionada la raíz misma de la actividad socializadora.
El hecho primario social no es la mera reunión de unos cuantos hombres, sino la articulación que en ese ayuntamiento se produce inmediatamente. El hecho primario social es la organización en dirigidos y directores de un montón humano. Esto supone en unos cierta capacidad para dirigir; en otros cierta faciIidad íntima para dejarse dirigir. En suma, donde no hay una minoría que actúa sobre una masa colectiva, y una masa que sabe aceptar el influjo de una minoría, no hay sociedad, o se está muy cerca de que no la haya.” (España invertebrada, pag. 57)

La verdad es que hoy carecemos de una clase dirigente capaz de organizar la sociedad. Tanto los políticos gobernantes como los opositores ser funcionarios de sus partidos, y éstos no están abiertos a la sociedad. Ni siquiera entre ellos se seleccionan por primarias, quedando todo a la voluntad del jefe que normalmente se inclinará por los más dóciles. Ellos proponen sus preferidos  y la sociedad, la masa,  los vota,  positiva o negativamente, más por instinto de conservación e interés particular  que por conocimiento o bien general.
Y sentenciaba:
 “¿Cómo  va  a  haber  organización  en  la  política  española,  si  no  la  hay  ni  siquiera  en  las conversaciones? España se arrastra invertebrada, no ya en su política, sino, lo que es más hondo y sustantivo que la política, en la convivencia social misma”. (Citas tomadas de “España Invertebrada”, Cap. Imperio de las masas, pág. 57-59).
No tenemos nada más que analizar los debates habidos entre los políticos  para concluir  que no trabajan sobre coincidencias porque no las encuentran. Parece haber tantas Españas como interlocutores. Si todo es tan contradictorio, ¿de qué sociedad hablan y para qué sociedad dicen querer trabajar  si ni siquiera la conocen?
Al comienzo de la V parte del Prólogo  para franceses de “La rebelión de las masas”, avisaba de los enfrentamientos estériles entre los bloques de derecha e izquierda:
“Ni este volumen ni yo somos políticos. El asunto de que aquí se habla es previo a la política y pertenece a su subsuelo. Mi trabajo es oscura labor subterránea de minero. La misión del llamado «intelectual» es, en cierto modo, opuesta a la del político. La obra intelectual aspira, con frecuencia en vano, a aclarar un poco las cosas, mientras que la del político suele, por el contrario, consistir en confundirlas más de lo que estaban. Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral. Además, la persistencia de estos calificativos contribuye no poco a falsificar más aún la «realidad» del presente, ya falsa de por sí, porque se ha rizado el rizo de las experiencias políticas a que responden, como lo demuestra el hecho de que hoy las derechas prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías”. (El subrayado es mío).
 
Los políticos que para diferenciarse  basan sus discursos en los dos  bloques referidos, deberían meditar en el texto anterior y comprobar de qué forma les afecta. No se puede comprender fácilmente que una sociedad compleja esté sometida a una simplicidad dual de blanco o negro, cuando los problemas no lo son.
En la parte VII del cap. XIV, ¿Quién manda en el mundo? de esta última obra nos dejaba una interesante reflexión sobre el sistema electoral:
“La salud de las democracias, cualquiera que sean su tipo y su grado, depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral. Todo lo demás es secundario. Si el régimen de comicios es acertado, si se ajusta a la realidad, todo va bien; si no, aunque el resto marche óptimamente, todo va mal…Sin el  apoyo de auténtico sufragio las instituciones democráticas están en el aire. En el aire están las palabras: «La República no era más que una palabra.» La expresión es de César. Ninguna magistratura gozaba de autoridad. Los generales de la izquierda y de la derecha -Mario y Sila- se insolentaban en vacuas dictaduras que no llevaban a nada”.
 Por los resultados habidos podemos deducir que nuestro sistema electoral ni favorece la formación de un  gobierno ni su estabiliadad,  de ahí la situación de bloqueo  a la que nos ha llevado.  ¡O no se han dado cuenta del problema nuestros políticos o lo conocen muy bien!
Hoy nos hemos aproximado a esa “España invertebrada”; el próximo día continuaremos con  “La España ingobernable”.

2 comentarios:

  1. Ortega y Gasset se adelantó muchos años con el tema de la corrupción que entonces como ahora es una lacra y con la España invertebrada o dividida hoy más que ayer por culpa de los egoísmos y los complejos de superioridad, que en el fondo demuestran inferioridad.
    Gracias por esa selección de textos inolvidables para enmarcar

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  2. De derechas y de izquierdas pero cuando se van a dar cuenta que eso ya esta pasado y que hoy esos terminos estan trasnochados que no sirven para nada. Lo que buscamos todos es vivir lo mejor posible con nuestras familias con un trabajo decente

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