Vistos los “factores de calidad democrática”
expuestos en la entrada anterior, es preciso comprobar su grado de cumplimiento
en España para afirmar con Pedro Sánchez que gozamos de una “democracia
plena” o desmentirlo, en caso contrario:
1.- Participación efectiva e implicación ciudadana en los asuntos públicos. España es una “democracia representativa” y la participación ciudadana se realiza principalmente a través de los partidos políticos. Dado que su grado de afiliación es escaso, no podemos deducir que la participación sea grande y menos aún que su implicación sea efectiva, ya que las maquinarias partidistas marcan y dirigen la acción política de la nación sin tener en cuenta la opinión de los ciudadanos.
2.- Elecciones. Es un hecho cierto y demostrado que en los distintos procesos electorales los votos de los españoles valen diferente, por lo que los resultados no son lo suficientemente democráticos. Desde el momento en el que el voto de un ciudadano vale más que el de otro, la igualdad de los derechos y obligaciones desaparece, pudiendo llegar a suceder que una minoría se imponga a una mayoría (ver entradas referentes a la desigualdad del valor del voto).
3.- Electorado informado. Los ciudadanos reciben la mayoría de su información sobre la “res publica” a través de los medios de comunicación de masas. Dado que todos ellos (o casi todos) están subvencionados de una u otra forma por los distintos poderes políticos o económicos, la información que suministran carece de independencia y objetividad, lo que coarta la libertad de votar distintas propuestas electorales La parcialidad de una información intencionada influye en la falta de formación y opinión contrastada sobre las materias contenidas en los programas electorales, poco conocidas y analizadas por los futuros votantes. Por otra parte, los partidos políticos realizan abundantes mítines electorales para su público adicto y escasos debates electorales abiertos en radio y televisión que muestren las semejanzas y diferencias entre ellos.
4.- Control ciudadano de la acción del Gobierno. Son los partidos de la oposición, mayormente, quienes pueden y deben controlar al Gobierno, lo que, en cierta medida y con restricciones, hacen en Las Cortes. Los ciudadanos carecen, individualmente, de medios para analizar y valorar la ejecución de las promesas hechas en campaña electoral o las acciones gubernamentales que no figurando en el programa electoral ponen en práctica acciones, a veces con importantes repercusiones en la vida política, sin consulta previa a los votantes. Por otra parte, los medios de comunicación de masas (prensa, radio y televisión), subvencionados directa o indirectamente por el Gobierno, tampoco ejercen su obligación de control, fundamento del llamado “Cuarto Poder”. Nadie muerde la mano que le da de comer.
En la próxima entrada trataremos el Capítulo 5 “Cumplimiento de las leyes e igualdad ante la ley”.
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