15 de agosto de 2016

Una versión española de "La cigarra y la hormiga"



“La cigarra y la hormiga” es una de esas famosas fábulas atribuidas a Esopo y posteriormente popularizadas  por  La Fontaine y Samaniego. En ella aparecen dos insectos dotados de comportamientos  propios de los  humanos.  El argumento es sencillo: la cigarra  pasó el verano divirtiéndose sin preocuparse del futuro, mientras que la hormiga hizo acopio de alimentos para el invierno. Y cuando éste llegó, la divertida cigarra pidió ayuda a la adusta y aburrida hormiga, quien temiendo no tener lo necesario para las dos  se lo negó, al tiempo que le recriminaba su  holganza y el no haber cosechado para el invierno. La hormiga pasó los rigores invernales mientras que la cigarra murió de inanición. "¿Qué hacías durante el verano? le preguntó a la pedigüeña. Día y noche a quien me encontraba, le cantaba, no te disgustes. ¿Le cantabas? Me alegro. ¡Pues bien, baila ahora!" (Jean de La Fontaine, 1621-1695).

Una lectora del blog me ha enviado esta versión de la fábula con ánimo de su publicación. Quizás ya sea conocida, pero no importa. Su lectura siempre provocará una sonrisa o un exabrupto; lo mismo da porqeu nadie suele quedarse indiferente.

He aquí la citada versión a la española:
"La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano  bajo un calor aplastante. Construye su casa y se aprovisiona de víveres para   el invierno. La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa  el verano riendo, bailando y jugando. Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su   casita donde tiene todo lo que le hace  falta hasta   la primavera.

La cigarra, tiritando, organiza una rueda de prensa en la que se pregunta por qué la hormiga tiene derecho a vivienda y comida, cuando hay otros, con menos suerte que ella, que tienen frío y hambre.

La televisión organiza un programa en vivo en el que la cigarra sale pasando frío y calamidades, y a la vez muestran extractos del video de la hormiga bien calentita en su casa y con la mesa llena de comida.

Todo mundo se sorprende de que en un país próspero como el suyo dejen sufrir a la pobre cigarra mientras hay otros que viven en la abundancia.

Las asociaciones contra la pobreza, la APPO, la Sección 22 y la Comisión de Derechos Humanos se manifiestan delante de la casa de la hormiga y la pintarrajean.

Los periodistas organizan una serie de artículos en los que cuestionan cómo la hormiga se ha enriquecido a espaldas de la cigarra... e instan al público a opinar en sus encuestas telefónicas y on line, a través de una mañosa pregunta donde tienen qué escoger si son partidarios de la igualdad o de la discriminación, como la "egoísta e insensible hormiga".

Respondiendo a las encuestas de opinión, el Congreso se pronuncia por una Ley sobre la Igualdad Económica y una Ley Anti-discriminación.

Los impuestos a la hormiga son elevados notoriamente y por si fuera poco, se le asigna una altísima multa porque no se hizo cargo de la cigarra durante el invierno. La hormiga decepcionada, hace sus maletas y termina por irse a otro país, donde espera que su esfuerzo sea reconocido y pueda disfrutar libremente de los frutos de su trabajo... donde no se le juzgue ni se le castigue, cuando tenga éxito.

La antigua casa de la hormiga se convierte en albergue social para cigarras que esperan a que alguien llegue a donarles el alimento y los recursos para sobrevivir dignamente. Al Gobierno se le reprocha no poner los medios necesarios. Los partidos proponen una comisión de investigación pluripartidista, que costará millones de Euros.

Entretanto la cigarra muere de una sobredosis de holganza, comida y cerveza. Los medios de comunicación comentan el fracaso del Gobierno para corregir las desigualdades sociales y la injusticia económica..."
Es posible que esta versión cree división de opiniones y cada cual se alinee, como es lógico, con su vivencia más cercana: unos con la hormiga, identificándola con gente trabajadora, sacrificada y ahorradora. Habrá, incluso, quien extrapole la comparación a ciertos pueblos y naciones del Norte.

Otros empatizarán con la cigarra y su forma vitalista de  vivir la vida, asimilándola a pueblos y naciones del Sur, y calificarán a la hormiga  de explotadora, insolidaria con sus vecinos, egoísta y generadora de injustas desigualdades. 

Y no faltarán quienes lleguen más lejos, incluyendo a la hormiga entre las clases ricas y detentadoras de las grandes fortunas que causan la pobreza de las clases desfavorecidas...

Quizás ambas visiones tengan algo de verdad, o más bien todo sea una pura exageración y una desmesura, una fabulación hiperbólica para resaltar ciertas cualidades de la realidad social en la que vivimos, no tan ajena a la que tuvieron la cigarra y la  hormiga. Y quizás tampoco haya una sola moraleja.


1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo con esa nueva versión a la española. Los que esperan que el paraguas del papa Estado pague todo que empiecen por pagarselo ellos mismos, porque las soluciones a los problemas los tiene que dar cada quisque y no esperar a que otros le resuelvan la papeleta en nombre de la solidaridad. Nos fijamos mucho en la corrupción y es un asunto grave y deleznable, pero la economía sumergida también lo es y se silencia pensando en los más débiles cuando de ellos se aprovechan otros.

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