23 de julio de 2013

La asignatura de Religión: alternativa y evaluación (IV de IV)

Desde los años 90 llevan los obispos españoles solicitando una asignatura alternativa a la de Religión sin conseguirlo. Han pensado, desde entonces,  que ciertas familias se inclinarían por una menor carga lectiva prescindiendo de la materia confesional. Puestos a elegir, cada cual lo hace en función de sus convicciones o conveniencias.

Por mandato constitucional (Art. 27, 3 de la C.E.), los centros están obligados a ofertar una asignatura religiosa (católica, evangélica, musulmana o judaica) y los alumnos pueden solicitarla voluntariamente o abstenerse. Los gobernantes de turno pensaron desde la implantación de la LOGSE que cumplían con su obligación simplemente con encasillar la asignatura en el curriculum, sin contar para la nota media y con un vacío normativo sobre la atención a los  alumnos que no la eligieran.

Los obispos propusieron la necesidad de una alternativa obligatoria, y consideraban también que una asignatura sin nota quedaba devaluada, sería poco atractiva para los alumnos, difícil de impartir para los profesores y entraría en competencia con el no hacer nada o hacer cosas “más útiles” y con menos desgaste intelectual.

La ley prohibía, por otra parte, reforzar “conocimientos a los que no escogieran la enseñanza religiosa” y eso creaba problemas organizativos a los centros. Ni la LOGSE ni la LOE resolvieron el entuerto. Esta última Ley denomina esa clase como de “Atención Educativa Debida”, sin especificar su contenido ni sus actividades. Para no crear desventajas, no se permitiría que unos alumnos cursaran una asignatura que se quedaba fuera de  la nota media del expediente mientras otros  aprovechaban ese tiempo en competencias evaluables. 

¿Pero qué hacer realmente en la práctica? Ante al falta de normas concretas, unos profesores han planteado actividades recreativas, otros la han dedicado a “hacer y corregir deberes”  e incluso enseñanza de materias evaluables.  Al final, algunos han terminado jugando al parchís o a las damas. En Bachillerato se ha llegado a trasladar la clase de Religión a la primera o última hora, dejando el tiempo libre a quienes no la cursaban. En ciertos centros se introdujeron planes basados en la transmisión de valores, convivencia y relaciones humanas en una sociedad moderna y compleja, y en otros se dedicó ese tiempo a un taller de fabricación de jabones...

Partidarios de la escuela laica defienden que la asignatura religiosa debe impartirse como una actividad extraescolar, fuera del horario escolar, olvidándose del mandato y derecho constitucional. Sindicatos como CCOO y FETE-UGT apuestan por “juegos didácticos o contenidos en valores sin ninguna dimensión religiosa”. El PSOE propuso hace años, apoyado por la CEAPA, que no hubiera una materia alternativa a la de  Religión, y cuando volvió al poder con Zapatero,  estableció una materia, “Educación para la Ciudadanía”, con carácter obligatorio, muy controvertida por los valores que ensalzaba, y acusada de manipulación de conciencias fue llevada a los Tribunales de Justicia que terminaron dando la razón en miles de casos a quienes se declararon insumisos a esa materia.

El actual proyecto de “Ley para la mejora de la Calidad Educativa” (LOMCE) contempla la obligatoriedad de estudiar  y elegir entre “Religión” o “Valores Sociales y Cívicos”. Resulta paradójico  que quienes introdujeron “EpC” con carácter obligatorio y nota calificativa se opongan ahora a la implantación de “valores” en la nueva Ley. ¿Temen que sean diferentes? En cuanto a la evaluación de la “Religión”, el tema puede hacerse más complejo y controvertido.

Parece en principio que Cayo Lara (IU) tiene razón cuando afirma que “se equipara con los mismos puntos saber el Ave María con las Matemáticas o la evolución de la especie humana”. ¿Y por qué no aplicar esa misma teoría a la E. Física o a la Música o al Dibujo o a…? Por otra parte, la diputada balear Esperanza Marí ha asegurado que "al convertir al Religión en materia de evaluación, España estará más cerca del fundamentalismo  de los países que no aceptan la separación entre Estado y Religión, y más lejos de la Europa nórdica que presenta buenos datos de éxito escolar”. ¿Podrá demostrar esa diputada que aquellos alumnos que no cursen Religión tendrán mayor éxito escolar que los otros? La confusión y la falacia tienen poco que ver con el mundo educativo. Si la asignatura de Religión se constituye como base de conocimientos en su contenido, puede ser tan evaluable como la de “Valores Cívicos y Sociales”. ¿No lo fue “EpC” de forma obligatoria?

Personalmente no me parece correcto dar el mismo valor a la nota de Religión, hora u hora  y media semanal de clase,  que a Lengua o Matemáticas con cuatro o cinco horas semanales, como tampoco me parece bien que  se equipare con el mismo valor y hagan igual media todas las asignaturas sin tener en cuenta su importancia medida en horas semanales de clase. Si el valor final de todas  las notas se elevara a 100, por ejemplo,  y cada una contara en función en de su valor-hora, tanto la nota de Religión (4%) como la de su alternativa no sería relevante ni decisiva para una beca.  Sin embargo, aportaría un valor añadido y otra visión complementaria para la comprensión de la Historia, el arte, la cultura y las costumbres españolas. ¿Puede hacerse todo eso sin tener en cuenta el papel decisivo de la Religión Católica en España desde hace veinte siglos?

1 comentario:

  1. He seguido con suma atención este trabajo sobre la asignatura de religión y quiero felicitar a su autor por su independencia y objetividad. Merece la pena conservarlo. De lo mejor que he visto sobre este tema que está siendo manoseado por unos y por otros.

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